Para entrar al barrio donde está la escuela hay que tomarse
el 110 que tiene un recorrido de amplio
espectro. El que sube, marca la tarjeta y luego saluda a los compañeros de
viaje que son los vecinos de Moderno. Todos. Parece un colectivo exclusivo. Y,
quizás por eso,el resto de los ciudadanos evita esta línea tan obrera cuando
desea realizar trayectos por el centro;
huyen de la falta de limpieza de los coches y de la ausencia de asientos libres
porque la frecuencia es fatal y la periferia tiene que soportar que los
colectivos pasen cuando se les canta.
Pero el 22 de diciembre de 2015 tenía la última mesa del año y fue raro encontrarme
con ese vacío porque los chicos no se trasladan para ir a escuelas fuera de la
zona, entonces que no hubiera nadie no se asociaba a la finalización de las
clases.
Marco el boleto y me saludan desde el fondo. Me acerco y veo
al Tuti, que venía de laburar en la obra de un edificio inteligente para
inversores del interior que volvían a revitalizar la construcción desde que se
había anunciado la eliminación de impuestos a la exportación. Por eso el Tuti
le agradece al campo y tiene una
gratitud enorme hacia los solventes que le dan de comer.
Tan es así que su prosternación alcanza a cualquier hombre
de traje o uniforme porque gracias a ellos salió de la droga, formó una familia
y prescinde de los subsidios que les dan a los pobres.
-Mi señora quería trabajar cuidando enfermos en el PAMI y yo
le dije que si ese era su sueño, que lo hiciera. Pero no porque necesitemos la guita.
Con lo mío alcanza y sobra. Pero viste, ella quiere ayudarme…quiere pagarle el
viaje de quinto a Tamara…
Mientras lo oía,me llegaban recuerdos del Tuti cuando era pibe.
Recuerdos de cuando él odiaba los uniformes y se pasaba las tardes en la
esquina silbando a las chicas, jugando con los perros del barrio y quejándose
de lo careta que eran los del tercero que se habían construido un garaje en el
jardín común.
Lo oía tratando de tejer lo actual con lo pasado porque me
decía que ya lo habían hecho abuelo y que es lindo ser un abuelo joven porque tenés energía
para todo y podés ayudar a tu hija si el
padre del nene no pasa un mango.
Lo oía hasta que , al colectivo vacío subió un inspector y
pensé que no sabía dónde había metido el boleto y no tenía ganas de que alguien
me joda con la pelotudez de buscar lo imposible en un bolso lleno de libros y
papeles y exámenes y folios.
-Mirá! Ya se está notando el cambio…Cuánto hacía que no se
veía uno de estos!
Encontré el boleto justo cuando el tipo se acerca.
-Sí, cómo no! Aquí tiene, señor, sírvase!-exclamaba el Tuti,
contento por el control para que nadie
viaje gratis.
El inspector se lo devuelve “picado”, sin mediar palabra y
enfilando la mirada hacia a mí.
-¿Ves?-me dice el Tuti- se terminó la joda.
Noté que había un cambio de registro y me llamó la atención que
el Tuti se pusiera así de formal en ocasiones como aquella. Incluso al bajar, me deseó felices fiestas y
un “próspero año nuevo”. Ahora que paga y ya no ruega para que lo lleven, se
volvió más solemne, más engolado.