DianaFRos
Elena Setecasse montó su animal antes de que el amanecer fuese gestado, no cerró la tranquera y reclamó un andar de ritmo ligero. Llevaba una luz adentro y andaba enceguecida
Creció el día con el sol tan quemante como la luz que llevaba adentro. Eso no la detuvo y a la mitad de la jornada sudaba copiosamente. Revueltas, húmedas, sus mechas se le pegaron en la cara, hilos líquidos chorreaban entre sus pechos y seguían cuesta abajo.
Mas, Elena Setecasse alcanzó la meta diez minutos antes de que el micro partiera. Desmontó, ni ató al animal y encaró a la otra bestia, esa de la luz que llevaba adentro. Él no compró. Diez minutos es poca oferta y una mujer bañada en sudores no alienta tifones.
Elena Setecasse regresa al paso. Lleva su luz adentro y la guarda. Sabe, siente... Se le hacen otros mil intentos, múltiples armas lleva, y la galopeada ha de ser culpa de la luz que lleva adentro.
Comprarás... cuando yo logre acertarte la jugada, y sudarás mucho más que yo, por todo el tiempo que nos esté quedando.
Yo, Elena Setecasse, te lo estoy firmando.
Franco Braidotti