En una de las últimas conferencias que Varzotti ofreció sobre el amor (Varzotti era filósofo, psicólogo, antropólogo, economista y sociólogo, entre otras cosas) medio auditorio se expresó con preguntas retóricas para dejarlo pagando. Entonces dio por concluída la charla y se retiró para siempre de esa investigación.
Afortunadamente, un amigo le ofreció una cátedra en la carrera de Teología, y, aunque él era un ateo militante, aceptó.
Años más tarde, mientras Varzotti ejercía como
jefe de las cátedras de Hagiografía y Oratoria, un antiguo seguidor desempolvó
su teoría y la reformuló ante la sorpresa de la comunidad intelectual que creía
exterminado cualquier vestigio de aquello que consideraban, lisa y llanamente, una paparruchada.
"En virtud de las proposiciones de Lakatos y Popper, presentaré, aquí ante Ustedes, la Nueva teoría económica del
amor, basada en los datos que ofreciera el genial Profesor Varzotti" dijo el seguidor durante su ponencia.
Hubo un tibio aplauso, pero ante lo novedoso
nadie se resiste (incluso porque existe también la posibilidad de burlarse con la
cofradía).
La recepción fue solemne y acompañada de un silencio que confirmaba una gran atención.
La recepción fue solemne y acompañada de un silencio que confirmaba una gran atención.
Entonces, el discípulo, que estaba exultante, se despachó con
el núcleo duro:
"TODOS LOS CONCEPTOS DE LA ECONOMÍA , DE MARX A LA ACTUALIDAD , PUEDEN
APLICARSE AL INTERCAMBIO AMOROSO REVELANDO QUE EL LLAMADO "MAL DE
AMORES" PUEDE SER RESUELTO OBJETIVA, RÁPIDA Y EFICAZMENTE."
A muchas toses
se unieron interjecciones varias y, cuando parecía que todo explotaría con carcajadas al unísono, desde el fondo de la sala
se oyó la voz de una joven asistente que pidió silencio y respeto para luego
realizar algunas preguntas (que posteriormente fueron respondidas, largamente, por el discípulo).
Finalmente, la comunidad científica consideró pertinente seguir de cerca las investigaciones de la nueva teoría en la
confianza de que si Martha Farías * (la joven asistente que preguntó mucho)
estaba interesada, seguramente el asunto era, cuando menos, atendible.
Martha preguntó: —Plusvalía ¿es por todo el
tiempo sobrante que ella dedica a la pareja sin que medie retribución alguna? ¿Naturalización
del regalo de ese tiempo sobrante?
—¿Lucha de clases porque él presume
que ella pertenece a la clase admiradora mientras él, a la de admirados y
si ella pretende una alternancia, el hombre dirá que la propiedad del falo la
tiene sólo él y por lo tanto, ella deberá resignarse a su única posesión: la
fuerza de trabajo?
Martha agregó que, no obstante, no hace falta una inversión de poderes, que basta con
saltear algunas etapas para ir directamente hacia un estado final, hacia un lugar
donde las superestructuras resultan innecesarias, donde huelga el Derecho en
virtud de la ausencia de colisión de intereses... Un lugar donde la igualdad ya
no es la negación de la diferencia sino el goce y el aprovechamiento solidario de esta.
*Se desconocen los motivos de tanto crédito previo hacia Martha Farías.
NOTA: este blog no comparte el concepto de "igualismo" impulsado por empresa cervecera a través de publicidad que se repetirá, lamentablemente, hasta que aparezca relevante evento deportivo que la reemplace.
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