“… la cultura es la trama de significados en
función de la cual
los seres humanos interpretan su existencia
y experiencia…”
Clifford Geertz
Supongamos que el futbolismo a la
impostura literaria de hacer identitario un hobby.
Entonces
pienso en la función de la literatura, en su ESTAR entre las artes. Pienso en Fontanarrosa y en
Barthes.
¿La impostura
literaria resultaría algo así como un intento fallido de escritura? ¿Una suerte
de menester ocioso, desubicado y pretencioso?
Más
que pensar, repaso algunas lecturas: FUTBOLERAS, EL ÁREA 18, LAS SIETE VELAS DEL CLÁSICO, VIEJO CON ÁRBOL, EL ÚLTIMO ENTRENADOR, EL PENAL MÁS LARGO DEL
MUNDO…
A Borges no le gustaba ese deporte. A mí me
gusta Borges. Y me gusta el fútbol. Por eso
SiempreMessi y VamosLacadé. Por eso me conmueve la insolencia de empatar
una crónica dominguera(y trocarla en poesía)con las odas más soberbias de la
producción universal.
La
audacia de meter el futbolismo en el
nicho de los géneros discursivos complejos, me promueven las ganas, el gusto de compartir los
sentimientos, los recuerdos, los vértices, y (¿por qué no?)la pertenencia…
Y si
en esa trama no hay significados identitarios que rastrear, prefiero ese gol en el ángulo, resultado de la asistencia de uno que le cede al compañero el remate.
Prefiero ese acto de camaradería, ese producto colectivo antes que la solitud
de una pluma contemplativa, ordenada y compuesta.
*****
Cuando se
encuentran en los velorios, los muchachos de zona oeste se juntan en un sector
alejado, en un rincón solitario donde se puede fumar. El resto de los
asistentes sabe que “ahí” están los de Centella, el equipo de fútbol que el
viejo Martínez había fundado en un barrio de la periferia. La gente llora, como
es habitual. Los de Centella, no. Aprovechan para hablar (y recordar, que es
casi un modo de llorar)
Hablan del desacierto de la camiseta del '68 y del
morfón Gallotti (un flaco que repitió el individualismo a lo largo de su vida
no sin cierto éxito
que algunas sociedades suelen festejar).
Hablan de goles perdidos.
Hablan de goles errados.
Hablan de goles metidos.
Hablan de goles, y del mediocampo, porque es ahí
donde empieza todo.
También le dedican un especial apartado a la defensa
porque saben que sin Rabagni, que sin
González… hubiera sido imposible la victoria en aquella memorable final de
Casilda.
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