8 nov 2013

Economía doméstica




       ▬Lo que pasó es que él quería ir a Cuba y yo que pará un poco… ¿Cuántos sueldos son un viaje a Cuba? Que cómo que no importa,  que lo tarjeteamos, que cómo que un año pagando 7 días si con la misma guita nos tiramos un mes en alguno de nuestros paisajes de “¡La puta que vale la pena estar vivo!”

Yo, que pucherié con mi sueldito de maestra en los 90 y administré panes y cebollas con la flexibilización laboral, que me crié en los avatares de padre cuentapropista arrasado por el Plan Austral… que conocí el mar de grande porque fuimos a lo gitano y sobrevivimos gracias a un pavo que se escapó de vaya a saber qué corral para parar nuestra olla, porque sólo quedaba guita para la nafta. Y vos, que si no fuera por tus tíos acomodados…  No, no me puedo dar ese lujo. Agradecé que ahora podemos tomarnos unos días… ¿Vos sabés lo que cuesta viajar en avión? ¿No te da miedo por la nena?

Y además,  ¿por qué Cuba? no te hagás el bolche que la Revolución Cubana ya no es lo que era…

Pero él insistió, y me fui dando cuenta de qué lejos se estaban yendo nuestras afinidades ahora que tenía un sueldo un poquito más arriba del promedio y cómo cubrir la canasta familiar  le hacía avizorar la posibilidad de cagar más arriba que el culo. Y mirá que a mí me gusta viajar ¿eh? Pero tampoco es la pavada… A mí el consumo boludo no me va.

Ya habíamos discutido feo por el tema del auto. Pero me la ganó por la nena y  lo difícil que se iba poniendo el barrio, que los taxis no entran a cualquier hora, que el colectivo no pasa nunca y que la moto era peligrosa para ir con una criatura.

Pero con el viaje no aflojé, pucherear otra vez por un viaje al Caribe, entrar en la boludez de las tarjetas de crédito, a mí dejame vivir con lo nuestro, que ahora podemos comer un asadito cuando tenemos ganas, podemos comprar la ropa que nos hace falta, podemos salir y nos  alcanza para cena y cine, con lo que nos gusta el cine.

Y parece mentira, pero todo el desgaste que se podía haber generado en tantos años de conocernos se reveló entre acusaciones de banalidad por un lado y de frustración por el otro.

         
    ▬Ché… ▬la interrumpió▬ yo nada más te pregunté por qué se habían separado.



Varzotti, en una mesa cercana escuchó el diálogo y sonrió para sus adentros, acariciando su olvidada Teoría económica del amor


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