El padre,
preocupado por dejarle una herencia simbólica a su hijo, lo lleva a andar a
caballo, procura enseñarle los secretos del fútbol, de la vida, del truco y del chin-chon …
Pero el
niño, más que sabio, ya le ha copiado al viejo los gestos, el andar, el estornudo...
Más que sabio, entiende que el tiempo ha de cincelar "detalles" para que él lo lleve consigo, siempre, adonde
vaya.
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