El hombre insiste en la búsqueda. A veces parece quieto, pero está
pensando cómo emprenderla nuevamente y con reformas.
Desde siempre se lo ve deambular cansado pero ansioso, expectante,
atento… Mira de soslayo la fuente en la que ya arrojó mil monedas y pasa de
largo para persignarse en la otra cuadra ante la imagen de una santa que
promete, como todas.
Su agenda porta tantos nombres como letras en el índice: tres o cuatro
mujeres por hojita (incluso hay una en la X, donde está Ximena). Son casi
noventa los nombres, pero ninguno ha dado sus frutos ni aún pariendo.
Hoy lo vi salir del kiosco y estuve tentado de decirle:
-¡Eeh! ¡Luisito! ¡dejate de joder! ¡madre hay una sola!
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