El humor exige unos procesos
mentales muy complejos.
Por eso, la producción de gente como
Caloi mueve a risa, pero también
a la reflexión.
La tía Elsa murió soltera de toda soltería.
“Nunca tuvo novio, pobrecita…”,
repetían los sobrinos que la animaban a convidarle budines a Don Julián y a
llamar más seguidito al doctor Rinaldi (aunque ya estuviese fuera de carrera).
Suele
ocurrir que algunas familias viven el “fracaso” de uno sus miembros como
si fuera de todos y no lo soportan -como tampoco soportan que el damnificado directo no
haga nada para revertir la situación.
Pero un
día, ya jubilada, la tía se expidió:
-No te
preocupes, Marito. Yo no sufro. Antes sí, porque vos bien sabés, y te lo dijo
mi hermano, que a mí hubo uno que me gustaba pero la verdad que no era para
tanto, así que si se casó con la
Lidia hizo
bien. A mí no me dolió tanto como creen ustedes. Porque fijáte esto: yo nunca me
creí fea, nunca. Yo sé que existe un hombre que nació para hacerme feliz y que
a mí me parieron para hacerlo feliz a él… Pero es probable, muy probable, que
por cuestiones geográficas o de tiempo aún no nos encontramos. Quizás nunca nos
encontremos. Tal vez este tipo tomaba, en la esquina, todos los días, el mismo
colectivo que tomaba yo pero, por un berretín del destino, él agarraba el de las
siete y yo el de las siete y cuarto… Por eso no me amargo… estoy segura de eso. Te lo juro por diosito que lo siento acá, acá… en el pecho. Y decile esto a
tu hermana también. Y decile que soy feliz porque el mundo no se olvidó de mí.
Hay un hombre mío… que anda por ahí…
-¡Sos
loca,tía! .¡¿De dónde sacaste esa teoría?!
-No sé, creo
que todo empezó con un chiste de Caloi...o de Dolina...
Nota: La tía Elsa entendió, casi a carcajadas, el concepto de
azar.
Humilde homenaje a Carlos Loiseau
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